
Entre tinieblas, enmudecido,
ví tus zarpas
y ahora que las desilencio,
veo tus alas.
No son negras, como la pez,
pensando y soñando al alba.
Descreído de ti
me fui a un campo de amapolas,
me esperaban Van Gogh y Monet,
a solas.
Vi sus caras y carantoñas
que esgrimían festejos
donde las tornas.
Les pregunté: en este campo…
existe el soma, el amor lánguido,
las buenas personas.
Soñando estás, me dijeron,
despierta, caracola.
Que el mal endulce tus luchas
como las flores tus turbas.
Desperté,
seguí solo,
las alas de las mariposas
eran celestes, pluricromáticas.
Nada había que temer
más que a la verdad,
que a veces se santigua,
otras, otras es de cal.