
Aparecer, desarrollar, indagar, fenecer, vivir,
senectud, amplitud,
formas de ser y de estar.
¿Por qué no creer en el transfondo, lo que va más allá del simple sentimiento narcisista o ególatra?
Es el hombre y su bondad
el perfecto artífice de la esencia de la virtud,
lo fue, en su estado natural,
y tuvo que aprender y desaprender… evolucionar.
Cuando dos ríos son la vida y la muerte,
que van a dar al mar, supone el principio y un después.
Si yo te dijese
cuántas veces intenté hablarte y saludarte.
Ahora te pido perdón por mi ambivalencia.
No sabemos de un mañana seguro
y, tras este apuro, lo seguimos intentando.
Esta poesía filosófica
es el acervo de la experiencia colectiva,
Que viva la vida.
preñada de dádivas y de regalos.
Un fiel gato, un abejorro llamado Platón,
gente que pasa, un pequeño ratón de prado,
los peces en el riachuelo, el cuervo llamado Aristóteles,
esa lagartija a la que le puse de nombre Sócrates,
están a mi lado.
Ah, y esa música que emana del mismo piélago donde el cielo es reflejado como néctar y ambrosía de los dioses, si bien, tenga frío o me moje…
Bach y Vivaldi crearon a un hombre nuevo.
Y el medievo, tan temido y respetado
tuvo también su ego.
El realismo exacerbado hecho naturalismo y positivismo
me tuvo en su prelado, leyendo a Lorca, leyéndolo todos a una como Fuenteovejuna, lo resucitamos. Resucitamos el hado.
No porfies, mi letrado, haz que la hoja en blanco se llene de desdenes y de alegrías y no me hagas elegir, sino ver el nuevo día.
El ilustrado, o no, que no lustre su mente, don preciado,
recaerá en el sueño de un Morfeo vacuo.
¿Por qué no te dí mi amistad que tanto procurabas?
Parafraseo a Becquer, transformado morfosintácticamente en mi deseo,
pero todo cuanto veo es la luz en calma de mi trasiego.
Y, si no lo es, pues luchemos.
Afán, frenesí, fiesta y postureo en una nueva edad de Platino
habrá que mirarlo con tino y, sin embargo, siempre estará lo de dentro.
Mi pozo es un gozo de confraternidad,
aun en los malos momentos.
¿No es todo esto bondad? ¿No es todo lo que tenemos?
Pues hagámoslo verdad.
No nos equivoquemos.
Tengo un espejo
donde mirar todos los días
al arcoiris invisible que ya se verá
tras las lluvias del próximo otoño.
Veleidad, que no martirizas y…
…si, con todo, haré o intentaré hacer caso del oráculo de Delfos:
«Conócete a tí mismo».
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Empieza por tí.
Creo en las causas perdidas.
HASTA LLEGAR AL CORAZON.