
Al son de los pozos, chalets y de los riachuelos,
de los ríos y las tretas,
la verdad se abría en medio del paisaje.
Me prometiste que estaríamos siempre al compás.
Aquí, en el campo, audaz, solitario
existe y existirá un camino solitario
repleto de una solitud que anima a leer y a escribir,
Sin la rueda de la fortuna ni el Carpe Diem,
yo estudio y estudio,
con esfuerzo y trabajo
y me atrevo a mirar a las ardillas
en aquel repecho de paz
que sororiza el viento
cuando me someto al conocimiento
y me siento en el merendero a leer un buen libro.
Siento que mis piernas, recuperadas,
aun cuando no pueda ya correr por maratones y carreras
me mecen rápido para acudir rauda a un sitio y a otro,
La carrera de la vida es la que importa,
así como las buenas comidas.
En aquellos días polvorientos
surgirá temprano, de nuevo, el verano
y entonces, aspiraré todo el aire que me quede
llenando los pulmones de un sueño eterno: el de la vigilia científica y artística y las noches suaves y aterciopeladas de satén que cantaban
allá por los setenta los Moody Blues, para animar mi crecimiento precoz.
Pronto será verano, sí, y fluiré con el sostén de mi voz y de mi inteligencia
en solitud o en compañía de los buenos.
En la tierra soleada,
el verde y la luz aplacan cualquier mal augurio
y puedes gozar de ratios de felicidad.