
Una mañana sin conjeturas, sin traviesas,
mecida por una luna de prismas y trigonometría,
medidas con luz y fortuna
me guían hacia un firmamento celeste,
de azul verde-mar en contraste y rasgos oscuros,
diametrales,
por donde el sol ya reluce despacio
con sus rayos expectantes.
Pasearé por calles y entreveras,
de puestos, tiendas y tráfico ruidoso,
pues el pueblo es una fiesta
de candor pese a lo visto,
desde la actualidad más acerva.
Porque la Navidad se extiende entre los corazones
del buen mirado y mejor pragmático,
que no siendo malograda la fama de lo comercial,
el festejo no debe ser denostado.
Del turrón al rezo, la zambomba y el Belén del ánima bendecido el corazón divino.
Una ardilla se yergue en la pinada,
buscando piñas, entretenida.
Una foto, un cigarro y sentadito en mi regazo,
un libro del Medievo,
me hacen amar la vida,
en estas fechas tan especiales.
Un día pragmático.