
Tarde en plenitud,
tarde en Time-Lapse,
de calor y ambages,
de enseñanzas enmedio del Sol y la soledad de la solitud,
quietud de alabanzas
donde el yo es el protagonista de esta historia
de cariño condicional.
Hay una araña con su tela-madeja
en el centro del patio
colgando de un árbol
metafóricamente extraño
en su vacuidad soliloquial.
Porque nadie parece hacer caso
y parece que todo dé igual.
Entre Mendel y Galdós he pasado una tarde más,
víspera de un agosto que promete néctar y ambrosía
para el intelecto.
Solamente pido tiempo equitativo
junto al saludo amigo
y coloquial.
De un autoaprendizaje.
Gracias, Levante.