
Me han dicho que en un 80% se resume
la historiografía, la mía; de futuro consabida.
Calculando, calculando,
hasta que llegue el renacimiento y un nuevo ciclo;
si yo fuera éter emulgente
me alegraría,
pero no soy aire,
soy humana,
Quien no alcanza su cima
pero la recorre
día a día,
desviando a la diatriba
que especula y que confunde,
cualquier mañana de paseo
ha hecho los deberes.
Muerte ausente
quédate en tus aposentos,
que yo treparé el grandilocuente muro-pared
del palacio simiente
como en un cuento alegre,
donde está la bella dama del medievo,
esperando al amante con su trenza larga
para escalarle.
Hasta el cielo.
La vida puede tener mil formas,
obtusas, rectas, longuilíneas
pero si vences a la espiral
tienes con qué escribir una bonita historia de resistencia.
Pluma y papel se conjugan con holgura,
con complacencia,
con antelación prematura;
pues a todos nos ocurre
que en nuestra inocente diablura,
intentamos trepar demasiado rápido.
Una planta trepadora
y no una escalera vencedora.
Donde a veces hay que retroceder dos peldaños.
No importa, pues, vivir con trabas,
sí evitar el engaño del ensueño del ermitaño;
lo importante es la escalada.
Como dijo Sócrates,
cuando virtud y razón se unen
ya no importa nada.
Más que vivir y aceptar.
Pluma y papel,
escribid, escribid,
la aventura en la apertura
del mundo que trasciende a las sombras
de la caverna
y ve las siluetas
trepando el muro de la esencia.
Con verdadera fortaleza.