
Triqui tra, triqui tra,
yu ba sana, yu ba sana…
Las hiernas, oh, las hienas,
mientras salen a la llanura
a reírse de los sapos y las pócimas.
Y esa brujita en Salem,
esta noche la han dejado jugar con un pequeño candil,
Tan diminuto como sus manos de princesilla condenada
al hambre y al delirio. Hasta volverla cenizas y carbón.
Su madre implora a los jueces.
y ELLA, la niña enloquecida, desnutridanente anoréxica,
canturrea acompañada por tenebrosas ojeras negras:
Yu ba sana, yu ba sana,
Tri qui ti, tra ca ta.
¡Esas plantas con sus hojas amorfas obra de Satanás!
-grita la Inquisición-.
Quinientos años después…
En una isla, nuestras islas malogradas,
existe la tierra redonda como pelota científica.
Un reglamento burgués y el típico desapego al Estado.
No, no, no, no, no quería repetir el acto detestable.
Los inocentes no son quemados pero sí van a la cárcel
los robagallinas.
Su madre le echa avecrem a la sopa y todos comen con gula de sibarita.
Les tocó la lotería y ahora son nuevos ricos pero guardan aun ciertas viejas costumbres costumbristas. Y algo de ridícula compostura provinciana.
Y es todo normal.
En la familia hay un ni-ni, otro empellón que ha terminado derecho,
un abuelo cuentabatallitas, la abuela que hace galletas caseras
los domingos y fiestas de guardar… y .. oh, una bruja de catorce años
que compra velas blancas y negras y juega a la ouija con sus amigos siniestros. Sus góticas facciones la delatan…
Tri qui ti, tra ca ta…
Yu ba sana, yu ba sana…
Dies años más y en aquella cárcel de mujeres, solo estorba la soledad disolvente.
Ella trabaja en la lavandería para purgar el atraco al banco y sacarse unas pelillas.
Un atraco a mano armada donde, por cierto, no murió nadie y la muchacha cayó vencida de rodillas
pidiendo al GEO que no les disparara.
Porque querían montar un centro de mancias y esoterismo
y ninguna entidad financiera les daba ni un puto préstamo,
Triqui ti, tra ca ta,
Yu ba sana, yu ba sana.
Y las hienas del ostracismo se cernieron sobre ellos.
El, todavía no tenía los dieciocho y tuvo la suerte de parar en un correccional.
Los vientos Céfiros antiguamente pacificadores ubicados en la Cueva de Tracia, se confabulan en la noche de las brujas y los brujos…
Una vez en libertad, salen volando por entre las ventanas tras comer de las setas del diablo y convergen en uno solo, con cuernos y rabo.
Ese día en la discoteca bailaron descalzos y se aventuraron hacia el fin de sus días lógicos. Como tantos otros espíritus orwelianos de los ochenta.
Oh, esa ruta de New wave y sonidos neorrománticos, dos empedernidos
diablillos probaban por primera vez la heroína para no salir jamás del círculo
de Ares y el Inframundo, donde iniciaron el ritual de cavar su propia tumba.
Frenesí, frenesí,
Yu ba sana, yu basana.
Gracias a todos los compis blogueros que me leéis, os pido disculpas por no haberos atendido en un par de meses por cuestiones políticas y de trabajo, En breve, estaré de nuevo con vosotros.
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